Elegir es terrible. Por cada elección que hacemos, chau; millones de posibilidades que nos perdemos. Vamos a un restaurante, nos sentamos a la mesa, nos acercan la carta y ahí está: la fatalidad entera aparece en nuestras manos y el sentimiento trágico de la vida atraviesa el menú. ¡Cuántas alternativas! ¿Qué pedir?, ¡por Dios! ¿Qué probar y qué –más terrible todavía- dejar de probar? Menos mal que el mundo también ha pensando en personas como nosotros, gente que sabe que lo bueno no puede nunca terminar en una única opción y que en la diversidad está, entre otras cosas, el gusto. Ahí están ellas, las picadas salvadoras. Tablas y tablitas nos redimen de la tragedia más absoluta y despliegan su abanico salvador frente a nosotros. ¿Qué querés comer?, ¿de todo un poco?, aquí estamos, perece que dijeran. Salvados de la desgracia, entonces, lo único que hará falta ahora es saber elegir qué y dónde. Porque no cualquier picada es digna de nosotros, ya sabemos. Que personas habrá muchas pero exquisitos, distinguidos caballeros, todavía somos pocos.
viernes, noviembre 19, 2004
Listo para comer...
Elegir es terrible. Por cada elección que hacemos, chau; millones de posibilidades que nos perdemos. Vamos a un restaurante, nos sentamos a la mesa, nos acercan la carta y ahí está: la fatalidad entera aparece en nuestras manos y el sentimiento trágico de la vida atraviesa el menú. ¡Cuántas alternativas! ¿Qué pedir?, ¡por Dios! ¿Qué probar y qué –más terrible todavía- dejar de probar? Menos mal que el mundo también ha pensando en personas como nosotros, gente que sabe que lo bueno no puede nunca terminar en una única opción y que en la diversidad está, entre otras cosas, el gusto. Ahí están ellas, las picadas salvadoras. Tablas y tablitas nos redimen de la tragedia más absoluta y despliegan su abanico salvador frente a nosotros. ¿Qué querés comer?, ¿de todo un poco?, aquí estamos, perece que dijeran. Salvados de la desgracia, entonces, lo único que hará falta ahora es saber elegir qué y dónde. Porque no cualquier picada es digna de nosotros, ya sabemos. Que personas habrá muchas pero exquisitos, distinguidos caballeros, todavía somos pocos.
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