sábado, agosto 19, 2006

Agarrate un dedo con la puerta...

Brian (23) parece un joven de tantos: estudia Imagen y Sonido en la UBA, trabaja – en una casa de fotocopias -y está recién peleado con su ex novia; pero además, Brian es uno de tantos de los integrantes de la movida Closed Door, consistente en tener un dedo agarrado en la puerta.

¿Doloroso? Bastante. “Pero te acostumbrás”, dice Brian, con lágrimas en los ojos. “De última es como cuando te afeitás, que duele. O como cuando comés polenta bien bien caliente sin cubiertos (sic). Además para mí es un modo de vida y no lo cambio por nada.”

A diferencia de los adictos al piercing y a los tatoos, como dicen los chicos de ahora, que viven el dolor como un trámite para conseguir un efecto estético, los closedoorers obvian éste último beneficio por considerarlo una frivolidad y se detienen en la primera etapa del trámite, la del dolor. “El que se hace un tatoo lo hace con una motivación re superficial”, dice Clara (21), estudiante de Ciencias de la Comunicación y que viene integrando esta movida desde los 19. “Yo, cuando me agarro un dedo con la puerta, no me quedo en el tema de la imagen, sino que lo uso para transmitir mi dolor interior. Por tantas guerras, por tanta hambre, y también, por qué no, por tener un dedo agarrado en la puerta.”

¿Tiene futuro este estilo de vida? “Para mí se está vaciando de contenido”, se lamenta Clara, y Brian la apoya: “Sí, ahora hay mucho esnobismo, que cree que por agarrarse el dedo en una puerta de mil dólares ya es un closedoorer. Y están matando el movimiento. ¡Lo están asesinando! ¡Asesinando!”, agrega a los gritos. Y después aclara: “Disculpen el exabrupto, no saben cómo duele esto.”


leé la historia completa en la pagina de podeti

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Hola me gusta tu blogs que bonita es"
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